Crónicas de un periodista… Las dos campañas

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Por: Agustín Torres Sotomayor

Fue el miércoles 04 de noviembre de 1988. Ese fue el día del cierre de campaña de Juan S. Millán por la gubernatura de Sinaloa. Yo fui su coordinador de Comunicación Social en la zona norte. Un par de meses antes, a principios de septiembre de ese año, llegó Humberto Galaviz Armenta de Mochicahui, quien era candidato del PRI a la alcaldía de El Fuerte.

“Échame la mano, la campaña va mal”, me dijo.

“Humberto’, yo estoy en la campaña del candidato a gobernador, Juan S. Millán, pero Mochicahui es mi pueblo, no puedo dejarte solo, aunque tenga que andar en dos campañas al mismo tiempo, si tú aceptas, te pondré al ‘chato’ Villaseñor y él me va a pasar audios, nombres, fotografías y todos los datos para desde mi casa manejar tu campaña, ¿qué dices?”, expuse.

“Así lo haremos compañero de partido”, me contesto.

La otra campaña.

Entre el hijo de Sergio Villaseñor y yo ayudamos en nuestra área de Comunicación a ganar la contienda. Yo trabajaba al doble, por Juan S. Millán y Humberto Galaviz. No dormía. Finalmente, los ‘millanistas’ ganamos ‘la careada’.

El jueves 16 de diciembre de 1988 recibí una llamada en el teléfono de mi casa que es la de ustedes. Era ‘triny’ Canobbio, secretaria de don Roque Chávez Castro, empresario de Promomedios Mochis.

“Dígame don Roque”, dije al momento de tomar la llamada.

Estaba presente su hijo Roque Chávez López cuando me lo dijo.

“Nuestra empresa logró el contrato para la publicidad de la campaña política del PRI en Baja California Sur, fue el Comité Ejecutivo Nacional el que nos dio la preferencia, el único que puede hacer la campaña para medios eres tú, ¿te gustaría sumarte al proyecto?”, comentó el empresario.

“Lo vemos don Roque”, respondí.

En honor a la verdad don Roque no había podido encontrar a mi compañero periodista Oscar Valenzuela.

Al día siguiente salimos Roquito yo en la tarde, en un vuelo de Aerocalifornia a La Paz. Roquito llegó al hotel de Marina La Paz que era propiedad de don Leonardo Félix ‘el nalo’. Yo me hospedé en un hotel del centro de La Paz.

Al día siguiente me reuní con el candidato del PRI al Gobierno del Estado de Baja California Sur, durante la conversación pude detectar que el candidato tenía pleito con el Presidente del PRI estatal de la Baja California Sur y con el alcalde de La Paz, Adán Ruffo.

El Gobernador del Estado, Guillermo Mercado Romero y su compadre el Presidente del PRI estatal estaban atravesados. No había forma de componer políticamente nada. La derrota histórica del PRI estaba cantada. La suerte ‘estaba echada’.

Marino Palacios Alcocer, Presidente del CEN del PRI se confrontó con el Gobernador, era una trifulca entre priistas.

Entre ellos estaba el ex priista Leonel Cota Montaño quien hizo ‘amarres’ con el Gobernador. Yo hablé con todos. Cuando tuve la información en la mano, el candidato del PRI al Gobierno de Baja California Sur me invitó a desayunar.

“¿Qué vas a hacer?, ¿te vas a quedar o te vas a ir?”, me dijo el gobernador.

“Necesito hablar con la licenciada Rosy Lizárraga”, respondí.

“Yo voy a ser coordinador de Comunicación del Gobernador Electo de Sinaloa, Juan S. Millán”, le aclaré.

El candidato del PRI a quien llamaban ‘kike’ me suplicó:

“No te vayas, quédate, hazme la campaña, allá vas a ser cabeza de ratón, aquí vas a ser el Coordinador de Comunicación del Gobierno del Estado como la que será tu jefa”, afirmó.

Le llamé a mi jefa Rosy Lizárraga, a quien pedí que me diera la oportunidad de manejar la campaña del PRI en Baja California Sur y que en febrero tomaba protesta en la coordinación de Comunicación Social de la zona norte del Gobierno de Sinaloa.

La respuesta de Rosy fue lapidante, “si no llegas el primero de enero buscamos otro”.

El escenario político de enfrentamiento me obligó a decidir. En la comida de La Paz me dice Roque Chávez López.

“Agustín, el ‘dany’ Serrano esta aquí en La Paz y va a Los Mochis en la avioneta de la CNA vámonos”.

Sabiendo como son las turbulencias en el cielo del Mar de Cortez, agradecí la invitación. Mejor volé por Aerocalifornia. Roque Chávez López tuvo el valor de cruzar el charco por los aires.

Ya había tomado la decisión. Los priistas liderados por el Gobernador y el Presidente del PRI estatal se acabaron a su candidato. Gano el candidato del PRD Leonel Cota Montaño quien había sido Diputado Local del PRI y renunció a ese partido. Leonel hizo morder al PRI sin haber recibido una embajada.

De Leonel guardo enormes recuerdos. De la ‘pisteada’ que nos pegamos en La Paz.  ¿Recuerdas Leonel? ¿Cuándo se te cayo la cerveza y tu esposa no te podía controlar? Jamás se me olvidó.

Renuncié a enderezar dentro de la campaña del PRI de Baja California Sur lo que estaba ‘chueco’.

La ‘amenaza’ de Rosy Lizárraga hizo que yo pusiera los pies en el suelo.

“O estas aquí o estas allá”. Así que preferí ser coordinador de Comunicación Social del mejor gobernador que ha tenido Sinaloa, don Juan Millán.

Renuncié a la Baja California Sur. Fue la primera vez que estuve en dos campañas políticas de manera simultánea, en Sinaloa con Juan S. Millán y en El Fuerte, gracias al ‘chato’ Villaseñor de tan inolvidable memoria y gracias a la confianza del exalcalde Humberto Galaviz Armenta, un increíble ser humano.

Oído por casualidad.

Fue en la calle Cuauhtémoc de Mochicahui en el año de 1993, exactamente frente a la casa de don Crispín Borboa.

Yo había llegado a Mochicahui con mi hijo Vinicio Norzagaray Cervantes y su primo Arturo Cervantes a refugiarnos a casa de mi compadre Gerardo Serrato Torres que le rentaba la casa de un lado al entonces Juez Civil. Buscábamos casa para rentar con la paciencia de mi comadre Ana Acosta y mi compadre ‘gualo’ que nos tuvieron que soportar unos días como huéspedes.

Eran las diez de la mañana en Mochicahui, hasta la casa de Crispín Borboa llegaba el olor a pollos asados. Estaba en la banqueta cuando salió don Crispín a la banqueta con Sergio su hijo.

Nos pusimos a platicar todos. De pronto el profesor Julio Borboa, ‘julio burras’ cruzaba la esquina rumbo a su casa. Don Crispín, Sergio y yo lo acabamos a ‘carrilla’. Hablamos de él hasta que nos cansamos mientras llegaba donde estábamos.

Cuando el profesor Julio se sentó en ‘cuclillas’ haciéndonos compañía, se sumó al ‘coro de condenas’. Al modo de Mochicahui, al que pasaba nos lo acabábamos. No había perdón.

“Tío ya me voy, ahí les encargo mi honra”, pidió el profesor Julio a don Crispín Borboa.

Don Crispín Borboa se acomodó los lentes y le dijo:

“Nombre mijito no te preocupes, antes de que llegaras, cuando dabas vuelta a la esquina para venir con nosotros ya te habíamos destrozado”.

Todos soltamos la risa de las ocurrencias de ‘el jefe’.


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