Crónicas de un periodista… Mensaje del más allá

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Por: Agustín Torres Sotomayor

Era diciembre del 2011, mi ahijado de bautizo Rosario Miguel Ángel Pacheco Meza me habló por teléfono desde Tehueco, se iba a casar con su novia, una de las hijas de Amado Quintero y sobrina de la ‘chabelita’ Quintero.

“Padrino, quiero que usted este presente”, me dijo.

“Ahí estaré”, respondí.

Mi ahijado es hijo de mis compadres Miguel Ángel Pacheco Quintero y mi comadre Rosa Meza de Boca de Arroyo, los quiero entrañablemente, son parte de mi familia.

El 23 de diciembre del 2011 estuve en la boda de Rosario Miguel Ángel en el Infonavit de El Fuerte, fue en casa de mi adorada maestra Erika Pacheco Meza, su esposo y sus hijos que son mis sobrinos.

“No me puedo quedar a la fiesta, quiero ir a cuidar a mi padre, está hospitalizado en cuidados intensivos en Guasave, Sinaloa”, aclaré.

Llegué a Guasave como a las diez de la noche, así como andaba de un negro traje elegante, subí al tercer piso del IMSS de Guasave. En el cuarto donde estaba hospitalizado mi padre Simón Torres estaba Juan Pablo, mi hermano.

“Vete, yo me quedaré a cuidarlo”, le dije.

En el cuarto donde estaba mi padre había una camilla sola.

“Acuéstate ahí”, me ordenó.

Platicamos ambos durante veinte minutos, él en su camilla, yo en la mía. Esa noche del 23 de diciembre del 2011 hacia un frio sepulcral en Guasave. El termómetro bajo a los ocho grados centígrados. Jamás lo voy a olvidar porque además de ser friolento, Dios me hizo una revelación.

Mientras platicamos, mi ‘apá’ se quedó dormido. Yo cerré los ojos y mientras ‘titiritaba’ del frio me cubrí con el saco de mi traje. Quería dormir aun temblando.

De pronto aun con los ojos cerrados, una luz intensa, blanca, brillosa me cegó. Por instinto me cubrí mis ojos. No los abrí porque no podía. De pronto del techo del cuarto del hospital se abrió una especie de camino o túnel lleno de luz. Ya lo podía ver con los ojos cerrados. Allá de donde provenía la luz blanca se asomaron tres caras sonrientes que me miraban curiosos.

Yo comprendí que venían por mi padre para llevarlo a la casa de Dios Nuestro Señor. Serían las dos de la madrugada, yo ya no sentía el frio, solo veía a los tres ángeles que estaban en ese túnel de luz, me miraban con lástima porque venían a avisarme que se iban a llevar a mi padre.

Me puse a hacer oración. Le pedí a Dios Nuestro Señor que, al día siguiente, el 24 de diciembre del 2011, los médicos dieran de alta a ‘mi apá’.

“Si es tu voluntad llévatelo, pero deja que pase la navidad y los festejos de año nuevo con nosotros, te lo ruego”, pedí a Dios.

Así como le pedí a Dios así fue. El 24 de diciembre del 2011, mi padre Simón Torres Rodríguez fue dado de alta del hospital del IMSS, estuvo con sus hijos la navidad y el año nuevo. Dios me cumplió la petición. En enero del 2012 se lo llevó con el dejándonos un dolor. Pero nos lo presto unos días más.

Mal puesto.

“Ya me retiré de eso”, le dije lacónicamente a uno de mis hermanos cuando me preguntaba que debía hacer uno de sus amigos, quien sospechaba que le habían puesto un ‘mal’ utilizando tierra de panteón.

Es de terror tener el don de ver a los ‘espiritus’.

El mío se empezó a manifestar desde pequeño, cuando solía jugar frente al altar que tenía mi madre, con un ‘imaginario’ amigo. 

El doctor Gustavo Cortez de Guasave le respondió a mi madre, “es su imaginación, a esa edad todos los niños tienen ‘amigos imaginarios’”.

Ahí terminó la consulta sin la prescripción de medicamento alguno. Yo no lo comprendía ¿porque no era normal?, ¿porque podía ver gente muerta?

Una noche me desperté sudando, cuando mi ‘apá’, encendió la luz del cuarto donde dormíamos, cuando el espíritu de un hombre, empezó a meter su espectral mano debajo de la almohada para despertarme no sé con qué fin. Sé que quería decirme algo, pero tuve miedo. Entonces tenía doce años. Mi madre no podía dormir y yo le dije:

“Tranquila amá, hay un espíritu cerca de su cama y se me queda viendo a mí”. Mi madre encendió la luz del único foco, terminó el miedo, pero él seguía ahí, de pie, queriendo darme un mensaje que no supe entender.

La casa de mis padres se componía de un cuarto grande construido con adobes de tierra, el cuarto que se usaba como dormitorio estaba dividido por un enorme ropero construido por mi padre, que era carpintero, y un viejo librero que había sido de mi abuelo, el maestro de Chinobampo, Pablo Sotomayor, el techo era de lámina de fierro.

Durante mi adolescencia empecé a buscar respuestas, ¿que debía hacer para dejar de ver gente muerta? 

Don Juan Armenta, un médico tradicional indígena (curandero), que era de El Rincón del Aliso, municipio de El Fuerte, fue directo con mi madre:

“No se puede, ‘el gordo’ nació de mente abierta’, nació con ese don”.

Durante mucho tiempo hice oración suplicando solo una cosa:

“No quiero ver espíritus, no quiero ver gente muerta”.

El pasado lunes mientras intentaba dormir en casa de mi hermana ‘tity’ en la colonia López Mateos. No me tocaba dormirme en hospital.

A las once de la noche quise quedarme dormido en el sillón de una sala de estar, pero no podía. El perrito chihuahueño de mi hermana se quedó en la cocina. Le cerré una puerta pequeña de fibracel, eso fue para que no invadiera mi espacio en la sala de estar. En la parte baja de la casa de mi hermana.

Media hora despues logre conciliar el sueño. A las dos de la madrugada unos toquidos me despertaron. El perrito no era. Los toquidos fueron fuertes. Me alertaban del robo.

Yo me desperté y pensé: “imposible que un perrito chihuahua pueda tocar así. No comprendí el mensaje solo quería dormir en un sillón incómodo”.

Los toquidos fuertes eran una alerta. El pasado lunes exactamente a la misma hora de Mazatlán, un ratero logró entrar a mi casa en Los Mochis. Se llevó la única vieja pantalla de televisión, una cámara kodak y el anillo de graduación que en 1987 me regalo mi madrina la cantante guasavense Chayito Valdez.

Los espíritus me alertaron con los golpes en la madera de fibracel con la que yo cerré el acceso de la cocina de la casa de mi hermana.

Este pasado martes cuando llegué a mi casa en Los Mochis, Sinaloa, vi cómo se habían robado mi televisión, la cámara fotográfica y el anillo que cuidé durante casi 34 años.

En la casa de mi propiedad donde yo decidí confinarme por el Covid-19 jamás vi una patrulla de la policía.

Es otro caso más de impunidad.

Una vez al mes por cuestiones de salud me ausento de mi casa. La televisión era una pantalla vieja, no tenía ni smartphone. La cámara fotográfica kodak me la empeño uno de ‘los Vázquez’, fotógrafos del periódico ‘Noroeste’.

Esa noche del martes a las dos de la madrugada, los seres espirituales me quisieron alertar.

Ya sé cómo es el que se metió a mi casa a robar la madrugada del martes.

Yo tendré otra nueva pantalla de televisión porque lo perdono.

Dios proteja a sus hijos y nos proteja a ustedes y a nosotros.

Mi casa donde yo me confine por Covid-19 durante 19 meses está en el infonavit Mochicahii, de los Mochis, Sinaloa.

¿Quién nos va a proteger?

En el municipio de Ahome el exalcalde Billy Chapman no ha vivido en Los Mochis, Sinaloa.

Trajo a sus amigos de Puebla. Los funcionarios del Ayuntamiento de Ahome hablan como chilangos. La gente está harta de toda esta invasión. A tres vecinos más les han robado. ¡estamos hartos de los sureños! Suplico Alcalde Electo Gerardo Vargas, intervenga y que regresen los tiempos de gloria del municipio de Ahome.

Oído por casualidad.

En el año 2005, el Gobernador de Sinaloa era Jesús Aguilar Padilla. Aprendió la política con Juan S. Millán quien lo impulsó. Aguilar un pobre locutor de radio como yo, de pronto hasta se hizo socio en la empresa ‘Sukarne’, se hizo millonario.

De Jesús Vizcarra no sé qué promesas hizo para alcanzar la candidatura. Lo que si se es Aguilar Padilla siendo Gobernador del Estado traicionó a su maestro que fue quien lo inventó. Un político rosarense de la CTM. 

Pues en el 2007 en su segundo año de gobierno intento impulsar a un ‘agrotitan‘ para la diputación local. Un personaje al que nombraban ‘el ruso’ nacido en Huatabampo, Sonora, después emigró a Los Mochis, Sinaloa.

Aguilar Padilla terminó un evento en la colonia Siglo XXI de Los Mochis, cuando se le subió el cetemista Fernando Zapien que era presidente del PRI Ahome. Los guardaespaldas intentaron bajarlo, pero Aguilar Padilla les ordenó que lo dejaran.

Solo dos cuadras le bastaron a Zapien Rosas para reprocharle su origen. Aguilar Padilla quien enfrentado con su origen no tuvo más que ordenarle al dirigente del PRI lo conducente.

“Has candidato a diputado local a Zapien, prefiero un alhuate en el zapato”, indicó.

Fernando Zapien llegó a la candidatura a la Diputación Local por Ahome logrando históricos votos en esa demarcación.

Esa Legislatura históricamente la mejor que ha tenido Sinaloa. Fueron legisladores Rosa Elena Millán, Aarón Verduzco, Gloria Himelda Félix, Mario Zamora, Jesús Valdez, Luna Beltrán, y muchos más, sin dudarlo, ha sido la mejor Legislatura que ha tenido Sinaloa.

¿Podríamos compararla con la herencia de Quirino? ¿Qué se atrevieron a desmentir a su candidato a Gobernador y al presidente del PRI nacional? No hay vergüenza, hay oportunismo.


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