Crónicas de un periodista… Milagros inexplicables

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Por: Agustín Torres Sotomayor

Mi madre tuvo que pedirle a un amigo de mis padres que fuera a Guasave, había un estado de alarma. Don Juan Armenta, un curandero indígena de El Rincón de Aliso hizo el viaje de El Fuerte a Guasave.

Mis padres daban posada a las familias indígenas, que cada noviembre iban desde El Rincón de Aliso, El Fuerte hasta la tierra que es el ‘corazón agrícola de México’ que es Guasave a adorar a la virgen de Nuestra Señora del Rosario.

En el 1840, desde España llegaron dos figuras religiosas talladas en madera por artesanos habilitados por el Vaticano. Una correspondía a San Isidro Labrador y estaba destinada a Guasave. La imagen de Nuestra Señora del Rosario iba a la villa de San Phelipe y San Santiago, hoy Sinaloa de Leyva, ambas deidades cruzaron el mar Atlántico y después de llegar al puerto de Veracruz, cruzaron en carreta todo el país durante casi un año hasta llegar a Guasave. 

Cuando las dos carretas que cargaban las imágenes religiosas, los soldados españoles hicieron un alto para descansar. A la vega del rio Sinaloa, denominado así por el Capitán español Pedro de Montoya.

Los sacerdotes españoles jesuitas don Gonzalo de Tapia y Martín Pérez establecieron la misión jesuita de San Phelipe y San Santiago, hoy Sinaloa de Leyva, dos años después, Gonzalo de Tapia estableció la misión de Ocoroni mientras que el padre Martín Pérez se encargó de El Opochi, Cubiri, Petatlán y Bamoa.  

Fue en el año de gracia de 1800, sacerdotes jesuitas y feligreses antecesores del sacerdote jesuita, el padre Berrelleza, construyen la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, unos maderos de pino sostenían la campana.

Ese año bajaban de la sierra Madre Occidental enormes cargamentos de oro y plata que serían transportadas a España.

El viejo Guasave.

Era un valle agrícola tan rico, que los españoles lo ofrecieron a la gracia de San Isidro Labrador y pidieron a la reina de España Isabel II, que les regalara la estatua del santo en corresponsalía por los cargamentos de los metales preciosos. La reina encargó tan importante trabajo a artesanos italianos.

Con el cargamento que cruzó el Atlántico venia otra estatua, la de la virgen de Nuestra Señora del Rosario. Fue bondadosa su Majestad. Le envió al obispo asentado en Ocoroni dos imágenes. En la villa de San Phelipe y San Santiago ya habían preparado el altar para Nuestra Señora la Santísima Virgen del Rosario.

Las mulas que traían la imagen del santo español se extraviaron luego de un descanso a la rivera del rio Sinaloa. Las mulas se soltaron del tronco de álamo donde habían sido atadas y se enfilaron por el camino rumbo a la villa de San Phelipe y San Santiago, hoy Sinaloa de Leyva. Las mulas que se perdieron con la imagen religiosa llegaron a su destino. 

Los encargados del traslado de las dos estatuas religiosas corrieron a avisarle al padre Berrelleza, ‘el curato’ o casa cural estaba detrás de la loma donde se erigía la iglesia, en los terrenos de lo que es hoy el popular barrio ‘el chaleco’, ahí cerca de donde vivían ‘el pa güero’ y la ‘marora’. ¿Te acuerdas Ernesto Díaz de León, ‘el Güero’?. Ahí cerca de donde vive doña Conchita, tu mama.

Las mulas de la otra carreta se echaron debajo de un joven álamo muy cerca del campanario de la iglesia de Guasave. De ahí no se movieron. Ya tenían órdenes celestiales.

Cuando el padre Berrelleza llego corriendo, al abrir la caja de la única carreta que quedaba, se percató que la imagen que habían logrado conservar era la de la virgen de Nuestra Señora del Rosario.

‘Esta imagen era para la ciudad del oro y la plata’, sentenció el sacerdote e inmediatamente dio la instrucción que subieran a la carreta la imagen de la virgen de Nuestra Señora del Rosario y la llevaran a la villa de San Phelipe y San Santiago y se trajeran la otra estatua.

Fueron cuatro hombres los que intentaron subir la imagen de la milagrosa virgen a la carreta. Después sumaron ocho y ni con diez hombres lograron mover la figura de madera tallada en Italia.

Durante siete días el padre Berrelleza intentó subir a la carreta la imagen en madera de la Santísima virgen, pero ni quince hombres pudieron moverla. 

La imagen de San Isidro Labrador estaba ya en Sinaloa de Leyva.

Los quince hombres gritaron de júbilo, habían logrado subir la imagen de madera de pino de la Santísima virgen a la carreta, pero las mulas se echaron y ya no pudieron hacer que se levantaran. Ni con alimento ni con agua. Desesperados los hombres empezaron a garrotear a los animales y ni así se movieron, las mulas solo mugían molestas.

El padre Berrelleza comunicó al obispado ‘imposible mover a las mulas, cuando quieren moverse la imagen no la pueden mover ni veinte hombres’, informó.

Doña María Angulo, esposa de don Lucas Bojórquez, quien fuera el ultimo director político así lo consignó pues cuando eso sucedió ella era apenas una niña. 

El señor obispo recibió una nueva carta del padre Berrelleza; ‘es imposible su ilustrísima, la mula se niega a caminar y la imagen de la virgen multiplica su peso cuando los quince hombres intentan moverla’.

Fue cuando el obispo reconoce lo innegable: ‘estamos ante un milagro hermano, deje a San Isidro Labrador en la villa de San Phelipe y San Santiago y que la imagen de la virgen de Nuestra Señora del Rosario se quede en Guasave, si ella quiere quedarse ahí déjenla en el altar’.

Esta crónica consigna sucesos del año de gracia de 1840. Desde entonces la imagen de la Santísima Virgen del Rosario, tallada en Italia, esta como dueña y señora en su altar y como santa patrona de los guasavenses. Como regalo de la reina Isabel II de España.

En el año de 1895 hubo una creciente tan grande que el rio se desbordó cubriendo totalmente el caserío. Los pobladores amedrentados bajaron a la virgen de su altar y la pasearon por las calles del pueblo y así se puso fin a tan grande inundación, muchos cuerpos humanos arrastraron la indomable corriente del rio Petatlán o rio Sinaloa, gentes inocentes, mujeres, hombres, niñas y niños. Desde entonces la fiesta tradicional que es en octubre se amplió a noviembre cuando el rio ya no salía de su cauce.

Cuando estaba viva, me conto mi madre Francisca Sotomayor Sierra, ‘la paquita’, que en el año de 1958 hubo un gran creciente del rio Petatlan provocada por el huracán ‘once’, las salvajes corrientes de agua que bajaron de la sierra inundaron todo el pueblo de Guasave. La devastación fue total. Tierras de sembradío estaban inundadas. Cientos de familias se refugiaron en el atrio de la iglesia de Nuestra Señora de la virgen del Rosario, era la parte más alta.

De pronto entre el ganado vacuno que logró ponerse a salvo en la meseta, una vaquilla y un torete de frente al altar de la virgen se arrodillaron como pidiendo clemencia a la virgen. Como si fuera un milagro, las agrestes aguas empezaron a bajar su nivel. Fue cuando el pueblo de Guasave desapareció bajo las aguas. Yo aún no nacía.

Cuando nací un viernes 28 de agosto, mi madre fue a presentarme ante la virgen de Nuestra Señora del Rosario de Guasave. La acompañaba mi padre y don Romualdo Ruiz Payan, entrañable amigo de mi padre, don Romualdo fue padre de la periodista Olivia Ruiz de Contreras. Desde el vientre de mi madre y hasta estos días soy fiel servidor de la virgen de Nuestra Señora del Rosario y la amo. Y la amaré hasta el último de mis días.

Esta Crónica la relato para magnificar los milagros de Nuestra Señora del Rosario y para pedirles una oración por un amigo al que admiro, que ha sido mi guía y al que quiero entrañablemente, solo pidan por Juan, recuerden que Jesús le dijo al pescador Juan que sería un pescador de hombres. Pues ‘mi amigo Juan’ ha liderado y ha sido guía de muchos hombres. Muchos, yo entre ellos estamos en deuda con él. Les ruego una oración por su salud. Dios Nuestro Señor los escuchara, también pidan por las niñas y niños enfermos de la variable Delta del covid-19 y por mis hermanas María de Jesús y Mónica Torres Sotomayor. La oración todo lo puede. Dios nos escucha en oración. Alabado sea su misericordia.

Oído por casualidad.

El ex diputado local por Ahome, Fernando Zapien, había patrocinado la renta de dos camiones y los había llenado con gente invitada a la toma de protesta de Jesús Vizcarra como candidato del PRI al Gobierno del Estado de Sinaloa.

El desayuno pagado también por Zapien Rosas fue en Guamúchil, cuando regresaban de la capital del estado, los setenta invitados hicieron una ‘parada técnica’ en la caseta de peaje de Cuatro Caminos, que está a la altura de Palos Blancos, municipio de Guasave.

Cuando todos los varones bajaron a hacer una necesidad fisiológica, uno de los tripulantes descubrió a don ‘tino’, un señor de la sindicatura de Ahome que se había apartado del resto de la comitiva. 

El ex síndico pensó que don ‘tino’ orinaba y una serpiente lo quería atacar. Asustado de inmediato grito pidiendo ayuda.

‘Vengan a ver esto’, cuando hombres y mujeres llegaron al lugar y se dieron cuenta que la serpiente no era tal y que solo era una extensión de aquel ahomense, todos no solo se ruborizaron pues jamás habían visto tal cosa. Desde entonces ninguno olvida el evento de toma de protesta de ‘chuy’ Vizcarra.

Todo esto sucedió en la caseta de Cuatro Caminos, cuando el Gobernador Jesús Aguilar Padilla fue derrotado por el pueblo de Sinaloa y cuando se adueñó para siempre del PRI.


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