Crónicas de un periodista… Tradiciones y leyendas de El Fuerte

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Por: Agustín Torres Sotomayor

“A mi sí me tocó ver fotografías que se tomaban los turistas en la carroza de ‘Los Orrantia’ que se exhibe en el Museo Mirador y si aparecían en los vidrios de la carroza una serie de figuras demoniacas”, relata Lupita Ruiz Ayala.

Afirma que los fenómenos relacionados con esa reliquia histórica datan del año 2014.

“A mí me tocó ver una foto donde la imagen tenía cuernos, en ese tiempo la directora del museo era la señora Lulú Ayala, todos los turistas iban y se tomaban fotos a ver si por casualidad se les presentaba algo”.

La Carroza fúnebre.

La histórica carroza fúnebre fue construida en el año de 1886 para uso exclusivo de la familia Orrantia de gran linaje español y sus ancestros recibieron del Virrey de la Nueva España la encomienda de La Constancia donde instalaron el primer ingenio azucarero. Aún queda una chimenea en pie.

En esa icónica carroza fueron trasladados al panteón particular de los Orrantia, los restos mortales de doña Antonina Sarmiento y Aragón quien falleció en el año de 1886.

Tal parece que la habían mandado construir como premonición adelantada de su muerte. En el año de 1898 falleció la bellísima señorita Josefa Orrantia y Sarmiento, hija de la distinguida dama de la villa de El Fuerte de Montesclaros, sus restos mortales fueron trasladados en esa misma carroza.

En 1918 el patriarca de esa familia don Francisco de Orrantia y Sarmiento es exiliado por la revolución mexicana, salió con todo sigilo y  con la mayor secrecía de El Fuerte, partiendo  en una de sus diligencias con destino al puerto de Topolobampo desde donde partió en un barco de vapor con rumbo Los Ángeles, California en los Estados Unidos de Norteamérica donde vivían  familias enteras de El Fuerte que se habían ido a colonizar la alta california pero en su estadía en esa ciudad norteamericana, don Francisco de Orrantia y Sarmiento se contagió de gripe española, que fue la peor enfermedad del naciente siglo XX en la que murieron alrededor de cien millones de personas en todo el mundo. Ha sido sin duda la peor pandemia.

Don Francisco de Orrantia y Sarmiento muere en 1919 y sus restos mortales fueron trasladados en barco hasta Topolobampo y de ahí en diligencia a su querido El Fuerte. La carroza fue el último servicio que dio.

El misterio de ‘el callejón del burro’.

Don Gregorio Ibarra ‘el bledo viejo’, padre de don Roberto Ibarra Araiza ‘el bledo’ y abuelo de mi compañero locutor Roberto Ibarra Verduzco ‘el bledito’, lo registró en su memoria:

El ruido de trotes de caballos y diligencias que se escuchaban por la madrugada en los tiempos de cuaresma en el callejón de ‘el burro’ donde vivía con su familia. 

Ese callejón es donde actualmente viven mis amigos el profesor Oscar Pérez, Roberto Fierro, Diego y ‘la ñeca’ Estrella. En la esquina se había instalado el cine ‘Olga Oloño’. Conocí a don Gregorio cuando estaba por cumplir cien años, gracias a mi amigo y compañero locutor Roberto Ibarra Verduzco, ‘el bledito’, su nieto. 

Para entonces ya se habían cambiado al barrio del hospital ‘Santa Rita’, el hospital de los médicos americanos. 

Esa tarde en El Fuerte el ambiente familiar era de fiesta. En el ‘cochi’ que preparó doña Lola Verduzco por el cumpleaños de su suegro estábamos cinco locutores, el resto de los asistentes era un bledal, o sea los hijos del ‘bledo’.

Yo dejé al grupo y me puse a platicar con don Gregorio o ‘el bledo viejo’, tenía una mente muy lucida a pesar de sus casi cien años, el me relató que era un viernes de cuaresma cuando se sentía que se movía la tierra.

El callejón de ‘el burro’ en El Fuerte estaba empedrado, el ruido de trotes de caballos y gritos lo levantó de la cama de madera tejida con mecate de ixtle, eran como ochenta jinetes vestidos a la usanza española los que pasaban ante sus ojos.

Un escalofrío se apoderó de su cuerpo fue lo que lo hizo entrecerrar el trapo que tapaba la pequeña ventana que daba al callejón. 

“Cada viernes de cuaresma parecía una manda, se escuchaba por la ‘madrugada grande’ el ruido de trote de caballos entraba por donde estaba el cine ‘Oloño’ y continuaban por todo el callejón ‘del burro’ y luego parecía que se iban con rumbo al palacio, yo los alcance a ver, a mí nadie me contó”.

Y ni modo que le echen la culpa a don Clemente Soto, a don Vicente Picos, a Fabián Cota o a Bismark Orduño porque entonces no existían las cabalgatas.

Oído por casualidad.

Fue en 1919 cuando mucha gente murió aquí en El Fuerte, caían en cama con una gripa muy fea, apenas podían respirar, la gente no duraba mucho enferma, lueguito se moría, dicen que era la gripa española y que don Francisco de Orrantia fue el que la trajo de Estados Unidos, yo me acuerdo que en carretas jaladas por burros iban a enterrar a los muertos al Panteón de la loma, entonces el Presidente Municipal era José Ibarra.

Así me lo comentó don Gregorio Ibarra, ‘el bledo’ el día que cumplió cien años, hoy tuviera 128.


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