Cuenta la historia… José Rojo Eseverri, candidato a gobernador, liberal. Su hijo Juan B. Rojo, político porfirista

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Por: Juan Manuel Veliz Fonseca

Don Francisco Fernández Rojo Álvarez de la Bandera, oriundo de la ciudad de Culiacán, y doña Carmen Eseverri, radicada en el pueblo de Sivirijoa, se juraron amor eterno, aunque él se casaba por tercera ocasión. De esta unión surge nuestro personaje don José Rojo Eseverri, viendo la luz por primera vez en el año de 1797.

Algunos autores dicen que nació en la ciudad de Culiacán, otros que nació en la Villa de Sinaloa, pues fue en esta donde conoció y se enamoró de la señorita Carmen Norzagaray y se casó con ella estableciendo su domicilio por la calle de la Parroquia (hoy Francisco I Madero) de esta villa hoy Sinaloa de Leyva.

Años más tarde nacería su único hijo, Juan Bautista Rojo Norzagaray. (1849-1912) quien fue diputado local e integrante de las legislaturas en los siguientes periodos: (1877-1878), (1888-1890), (1890-1892), (1892-1894), (1894-1896), (1896-1898), (1898-1900), (1900-1902), (1902-1904) y fue gobernador interino tres veces cubriendo las ausencias del general Francisco Cañedo.

Alguna razón muy poderosa tuvo don José para quitarse el apellido de Fernández y sólo quedarse con el apellido Rojo. Algunas crónicas como las de Antonio Nakayama, en su libro «Sinaloa el drama y sus actores”, cito lo siguiente: “José Rojo y Eseverri, nativo de Culiacán, parece que se dedicó al comercio y más tarde a la política, aunque no hemos hallado evidencias de los puestos que desempeñó. Sin embargo, su prestigio de hombre limpio y honrado era muy amplio, tanto que, en 1848, (29 de febrero) en que se efectuaron las elecciones para renovar los poderes, el partido veguista, (Rafael de la Vega y Rábago y otros) para apantallar al pueblo lanzó como candidato a la gubernatura a don José de Esquerro, otro político de gran prestigio y de limpia trayectoria, y como vicegobernador, a don José Rojo y Eseverri. Al verificarse los comicios Esquerro, que no comulgaba con los Vega, declinó a la gubernatura sin tomar posesión, (01 de marzo, siendo sustituido de manera provisional por José María Vasavilbazo) y Rojo, que actuó solamente un mes, renunció al cargo (30 de abril, es sustituido por Pomposo Verdugo) pues tampoco podía conciliar su honradez y la limpieza de su nombre con la actuación del Clan” en referencia a los Vega.

Partidario de la política liberal del gobernador, licenciado Eustaquio Buelna Pérez, así también era amigo y paisano del licenciado Francisco Peña Montoya, quien fungía como secretario de gobierno.

En 1875 era el último año del gobernador en turno, el licenciado Buelna, se reúne su grupo y deciden lanzar como candidato a primer mandatario estatal a don José Rojo Eseverri, y vicegobernador Antonio H. Paredes, ya que era la mejor fórmula para enfrentar en esta contienda electoral a gobernador al licenciado José María Gaxiola y a su compañero de fórmula (vicegobernador) al general Domingo Rubí Velarde que eran apoyados por los Lerdistas (en honor del presidente de la república Sebastián Lerdo de Tejada, que ya buscaba la reelección) y los porfiristas (que lo querían llevar a la Presidencia de la República). Mientras que don José Rojo gozaba de la simpatía de Buelna y del pueblo.

Fue tanta la presión que ejercieron sus contrarios sobre don Eustaquio Buelna, que buscando ser imparcial, presenta su renuncia, para así evitar cualquier señalamiento, pero dejando debilitado a la formula Rojo-Paredes al dejar en manos de los Lerdistas y Porfiristas los órganos electorales.

Buelna ya sin cargo alguno en el gobierno decide apoyar abiertamente a la fórmula Rojo-Paredes, no sin antes combatir las guerrillas que se habían levantado en su contra en las plazas de Cosalá y San Ignacio.

Con la renuncia de don Eustaquio Buelna el 11 de mayo de 1875, fue sustituido por Ángel Urrea quien juró ser imparcial en el proceso electoral. Pero su conducta era tendenciosa en apoyo a la fórmula Gaxiola-Rubí.

A una semana se llevaría a cabo la jornada electoral, en un cierre de campaña que se llevó a cabo en la Villa de Sinaloa, se enfrentaron por la calle principal (hoy calle Benito Juárez) a golpes, balazos y puñaladas simpatizantes de Rojo y de Gaxiola. El resultado fue un muerto y 9 heridos, entre ellos se encontraba el reportero Adalberto Gómez Gallardo del periódico «El Malcriado» que había sido invitado a esta villa a reportear información electoral.

Don José Rojo fue encarcelado junto con sus partidarios y de esa manera supuestamente lo hacían para proteger sus vidas. Ante esta situación el gobernador Urrea, buscando beneficiar a su candidato cambia al prefecto político de este distrito a cargo que ocupaba don Antonio S. Ramos, quien estaba casado con Carmen Rojo, prima de don José Rojo, y le envía a don Adelaido Izábal, originario de la ciudad de Culiacán, todo con el objetivo de manipular los resultados a favor de la fórmula Gaxiola-Rubí.

Lo mismo realizaba la fuerza militar federal a cargo de Manuel Zevada, recorriendo los pueblos como Bamoa, Ocoroni y Bacubirito e intimidando a sus dirigentes por el sólo hecho de apoyar la fórmula Rojo-Paredes.

Se llega el 6 de junio, día de la jornada electoral, para renovar el poder ejecutivo en el Estado, ¿Cuál fue el resultado? Ningún solo voto en el distrito de Sinaloa para José Rojo Eseverri. La campaña de represión y miedo dio resultado.

En cambio, en la capital, Culiacán, José Rojo arrasó. En los demás distritos el licenciado Jesús María Gaxiola ganó utilizando los mismos métodos y para al final alcanzar una victoria con más de mil votos en todo el estado.

El 22 de septiembre de 1875, el congreso local declaró gobernador electo al licenciado Gaxiola, tomando posesión el día 6 de octubre, culminando esta imposición.

Días más tarde, el 30 de octubre de ese mismo año, en lo que fue su última morada en la Villa de Sinaloa por la calle de la Parroquia, fue encontrado muerto en su cama don José Rojo Eseverri, de una ‘congestión cerebral’, diría el parte médico, pero el pueblo no se la creyó ya que se corrió muy fuerte la versión de que había sido envenenado.

Fue un sepelio muy concurrido de todos los habitantes de la Villa de Sinaloa, también de lugares cercanos, así como de personajes y amigos de todo el estado, entre ellos resalta la figura del licenciado Eustaquio Buelna Pérez, que se sumaron y acompañaron a su última morada, en la que expresó:

“Era una persona notable por su prudencia, energía y buen juicio, habiendo tenido por muchos años gran parte en la política del Estado, sin desempeñar empleo alguno”.

Seguramente los restos de don José Rojo Eseverri fueron sepultados en algún lugar del panteón histórico de Sinaloa de Leyva, donde nos fue imposible localizar su tumba.


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