Cuenta la historia… La torre del Colegio Jesuita de la San Felipe y Santiago

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Por: Juan Manuel Veliz

Sus primeros propietarios fueron los de la Misión de San Ignacio Loyola mejor conocidos como los jesuitas, entre ellos destacan el padre Gonzalo de Tapia, padre Martín Pérez y el padre Hernando de Villafañe, siendo este último creador del ladrillo cocido, con el que se construyó su torre del campanario, al ser expulsados estos en el año de 1767, el colegio de San Felipe y Santiago de gran tradición del noroeste de México queda abandonado a su suerte.

El colegio de San Felipe y Santiago existe la versión que empezó en una a funcionar en una enramada, el día 6 de julio de 1595 considerado como el principio de lo que sería la misión más importante del noroeste del país.

La Torre del Colegio de San Felipe y Santiago, en 1767.

La conquista espiritual no fue una tarea fácil para los jesuitas, pues las costumbres y cultura eran tan distintas y arraigadas entre los peninsulares y los naturales encabezados estos últimos por el indio Nacabeba, que se negaba a ser bautizado, incluso fue acusado de rebeldía ante el alcalde Antonio Ruiz, que le costó ser azotado y rapado en la plaza pública.

Desde ese momento Nacabeba le tomó odio al padre Gonzalo de Tapia haciéndolo responsable de lo que le había sucedido y se interno al monte para ocultar su vergüenza y en cualquier momento tomar venganza para defender su honor.

El domingo 10 de julio de 1594, Nacabeba aprovecho la ocasión para salvar su honor. De rodillas rezando, el padre Gonzalo de Tapia fue sorprendido en el pueblo de Deboropa, donde cobro su venganza dándole muerte a garrotazos, terminando así la vida del jesuita, fundador y primer mártir de las misiones en Sinaloa, gran evangelizador y civilizador en el noroeste de México.

No existe duda para quienes vivimos en esta noble e ilustre Villa de San Felipe y Santiago (hoy Sinaloa de Leyva), de sentirnos orgullosos de haber sido sede de la primera misión jesuita establecida desde 1595 hasta 1767, el colegio de San Felipe y Santiago que tuvo una fructífera vida, con un largo rectorado del padre Juan Bautista de Velazco, para continuar el padre Andrés Pérez de Rivas y culminar con la expulsión de estos.

Fue en el año de 1767, donde por instrucciones de Sebastián Azcárraga, justicia mayor, comunicó en ese entonces al reverendo padre rector José Garfías, notificando el citado real decreto, para que todos los padres jesuitas que se encontraban en la Provincia de Sinaloa que abarcaba desde el río Mocorito hasta el río Zuaque se concentraran en el Colegio de San Felipe y Santiago y decretar su expulsión.

Entre ellos destacaban: Fernando Barra, de Bacubirito; Francisco Niawa, de Mocorito; Juan Antonio Cedano, de Chicorato; Miguel Fernández, de Ocoroni; Andrés Ignacio González, de Nio y Bamoa; Sebastián Cabeza de Baca, de Huites; Juan Francisco Acuña, de Toro; Francisco Javier Anaya, de Tehueco y Charay; Antonio Ventura, de Mochicahui y José Ignacio Palomino, de Tamazula.

Terminaba así con la vida de este Colegio que no solo fue un centro típico dedicado a la educación, sino que también fue un pretexto para conseguir sus fines en lo social, político y económico.

Con la expulsión de los jesuitas, el edificio siguió funcionando como iglesia, donde la gente católica se siguió reuniendo a demostrar su fe en dios. Años más tarde como una ‘maldición’, en el año de 1770, una fuerte inundación hizo que se humedecieran las paredes de adobe y se vinieran abajo quedando solo la torre del campanario con su cruz y que en el año de 1943, se viniera abajo su cruz y quedar como está actualmente.

El escudo oficial del municipio de Sinaloa guarda la insignia de Villa de San Felipe y Santiago.

En la parte de arriba de la ‘Torre Vieja’ se puede distinguir el emblema de la compañía Jesús, las iniciales “JHS” tres letras, que significan «Jesús Homini Salvatore ó Jesús Salvador de la Humanidad» y bajo las iniciales tres clavos que simbolizan el martirio y crucifixión de Cristo. Estas inscripciones talladas se encuentran en uno de los tres cuerpos que componen la edificación y que no dejan duda alguna que se trata del campanario de una iglesia jesuita.

Siendo el colegio de San Felipe y Santiago un ‘bien de la nación’, a esta propiedad le han aparecido nuevos dueños. Por ejemplo en el registro de Catastro Municipal aparece a nombre del señor Antonio Mateo Gaxiola (22-octubre-1931), quien al fallecer sus propiedades pasaron a su hija María Dolores Gaxiola de Limón.

Esta son las condiciones actuales del emblemático referente histórico.

Luego en 1965 aparece una parte del colegio a nombre de un extranjero de nombre Harold Barbeth Mitchell y de su esposa Mariane Lauge de Mitchell, originarios de la ciudad de Arkansas en Estados Unidos.

También un hijo del licenciado Maximiano Gámez Montoya reclama una parte del terreno ubicado, por la calle Independencia, hasta lo tiene cercado y en venta.

Buscando darle una utilidad pública, el Ayuntamiento de Sinaloa siendo presidente municipal Eduardo Solorio Gámez (originario de Máripa); como Secretario, Mario López Gámez; y Regidores propietarios a Luciano Rodríguez Rodríguez, profesor Macario López Cota, Joaquín Lugo Valenzuela, Alba Lidia Castro de Castro, Clemente Camacho Castro, profesor Víctor Rodríguez Cota; expropian este terreno para construir una clínica al ISSSTE. Actualmente estas oficinas fueron desalojadas por contar con nuevo edificio y las autoridades municipales, en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) buscan establecer en esa clínica un nuevo museo, clínica del IMSS, incluso se propuso para un Banco de Bienestar.


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