Cuenta la historia… La Molienda de El Opochi

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Por: Juan Manuel Veliz Fonseca

El Opochi es un pueblo Prehispánico. Al arribar los conquistadores españoles a la región del rio Petatlán lo empezaron a llamar como Lopochi. Así lo describe el maestro Teodoso Navidad Salazar en su obra “Toponimia, Geografía e Historia de Sinaloa”.

 La indonimia es un vocablo cahita que quiere decir pochote. La expresión es de origen azteca-mexicana: póchotl o pochotl, que designa comúnmente a las ceibas grandes y frondosas en América Septentrional. Toponimia. Se interpreta como en la frescura de las ceibas.

Don Eustaquio Buelna interpreta Opochi, de hopo, un árbol alto llamado palo-blanco, que hay en el norte del estado de Sinaloa, de consistencia maciza, a diferencia de otro palo- blanco que es fofo; éste, con la proposición locativa tzi, dice en el palo blanco. Otros cronistas la interpretan como el dios o indio zurdo, ya que es un pueblo asentado a la margen izquierda del rio Petatlán.

El Opochi fue un pueblo de gran relevancia ya que allí se estableció por parte del jesuita Gonzalo de Tapia la iglesia más grande de esta región, así como la evangelización de los primeros cristianos, incluso aquí empezaron a cantarse los primeros villancicos ya que el 25 de diciembre de 1591 se celebró la primera Navidad. Lo lamentable fue que el indio apóstata Alonso Sobeto, oriundo de este pueblo, fuera fiel seguidor del jefe indígena Nacaveba y juntos dieron muerte al padre jesuita Gonzalo de Tapia León.

De acuerdo con la Constitución de 1857 El Opochi contaba con la categoría de celaduría y pertenecía a la alcaldía central.

Actualmente El Opochi es una comisaría que depende de la sindicatura central. De acuerdo a la constitución federal de 1917, se convierte en comisaría, sus primeros comisarios fueron José Guadalupe Álvarez, propietario e Ildefonso Gastelum, suplente; en 1918, Aristeo Mercado, propietario e Efrén Mercado, suplente; en 1919, Luz Moreno, propietario y Maclovio Paredes, suplente; en 1920, Felipe Álvarez, propietario e Ildefonso Gastelum, suplente.

La casilla para votar se instalaba frente a la casa de Maximiano Rojo y su empadronador era Francisco Serrano. El Opochi se encuentra en la parte sureste de la cabecera municipal y sólo las separa el rio Sinaloa, pero comunicados por un puente peatonal al cual la vox populi le empezó a llamar “El puente del amor” por amistosa consigna de quien lo construyó y se encuentra a la altura del malecón y avenida general Antonio Rosales. Fue inaugurado el 5 de abril del 2003, por el ingeniero Saúl Rubio Ayala. También El Opochi es cabecera del ejido del mismo nombre, incluidas las comunidades de Los Horcones y Las Playas y fue fundado el 12 de noviembre de 1938; cuenta con 105 ejidatarios.

El Opochi es un pueblo muy católico y desde el siglo XIX en él se venera a la Santa Cruz; se realizaba una peregrinación hasta la iglesia de San Felipe y Santiago de Sinaloa con cánticos y la danza de los matachines. La gente recuerda con cariño a doña María y a don Alejandro Cinco, vecinos de la villa de Sinaloa pues no se perdían este evento católico.

Al hablar de El Opochi se tiene que hacer referencia de sus moliendas o trapiches. Así lo narra la maestra jubilada, oriunda de ese lugar Delia Álvarez Márquez:

“La primera molienda que se estableció fue de los Montoya en el siglo pasado. El éxito de la naciente industria fue tal que muy pronto otras personas establecieron otras similares hasta sumar seis, entre las que se recuerdan la de los señores Mercado, Peña, Tarriba, Álvarez y León. En pleno apogeo, los trapiches empezaban a laborar a las 3 de la mañana y concluían a las 10 de la noche, dando ocupación a la totalidad de los habitantes en ese tiempo. La lucha armada de 1910, y más tarde el reparto de la tierra, desaparecieron todos los trapiches, quedando únicamente el del señor Gustavo Rojo que sorteó muchísimos problemas y dificultades para sostenerlo. Lo cual dio pie al nacimiento de un refrán que fue muy popular en la región, cuya filosofía revelaba la pobreza en que se debatió esa pequeña industria”.

Álvarez Márquez reveló que cuando alguna persona se encontraba ‘amolada’, carente de algo o de todo, le decían: “Estas más limitada que la molienda de Gustavo Rojo”.

La maestro relató que a la muerte del dueño, quien por cierto introdujo el molino de motor para sustituir el rudimentario molino de madera, se hizo cargo del trapiche su hijo del mismo nombre; le siguió un nieto de nombre José María Rojo, después un bisnieto de nombre Gustavo quedo al frente del negocio y realizó importantes innovaciones: el molino es movilizado por una motora de tractor y los hornos calentados por diesel para así industrializar la caña y obtener productos el norote, y la melcocha. El producto más importante en esta labor de procesamiento se denomina ‘panochero’, pues se le aplica manteca de res para el cuaje y solidificación del jugo de caña cocido convertido en panocha. Fue a partir de los años ochenta cuando esta pequeña industria cerró sus puertas por ser ya inoperante.

Otro referente histórico importante es la hacienda de los Tarriba. Se encontraba a unos 500 metros del trapiche, también en la margen izquierda de la carretera El Opochi-Bacubirito. Hoy se encuentra en ruinas, pero dejemos que el maestro Federico Romero Mercado nos explique:

“La hacienda de los Tarriba comprendía desde la ‘Compuerta Negra’ hasta el actual ejido El Opochi cuyas tierras eran regadas por el canal ‘Dolores’, obra hidráulica que tomaba las agua del rio Petatlán, a la altura del poblado de Agua Blanca y que después de recorrer este valle, vertía los excedentes del líquido a la altura de donde se ubica la hacienda, esto es en lo que antes era conocido como ‘El Manchón’. Este canal posteriormente se amplió para venir a desembocar a la altura donde actualmente vive la familia Álvarez. Las tierras que esta hacienda controlaba, eran aproximadamente 1 mil 300 hectáreas que comprendían los predios de ‘Las Palmas’, ‘Los Cuadros’ y la ‘Compuerta Negra’.

El canal ‘Dolores’ es una de las primeras obras hidráulicas que se construyeron en el municipio de Sinaloa. La concesión del canal ‘Dolores’ fue autorizada el 18 de junio de 1920, por la Secretaría de Agricultura y Fomento a don Miguel Tarriba a través de su apoderado legal el licenciado Luis Peña, donde se solicitaba utilizar las aguas mansas del rio Sinaloa en la cantidad de 1 mil 500 litros por segundo para hacer un volumen total de 48 millones de metros cúbicos al año, para la irrigación de los terrenos de las temporalidades de El Realito, El Barrial, Las Playas, Los Vallados y El Opochi.

En El Opochi han nacido las siguientes personalidades: Don Pablo Moreno Mendoza, fue presidente municipal; sus hijos Pablo Moreno Cota, presidente municipal y dos veces diputado federal, y Héctor Moreno Cota, presidente municipal; así como infinidades de profesionistas, y deportistas; por ejemplo en el beisbol profesional destacó Antonio Audomaro ‘guámaro’ Álvarez Cota quien jugó en la Liga Mexicana de Beisbol con los Acereros de Monclova y con Venados de Mazatlán y Algodoneros de Guasave en la Liga Mexicana del Pacifico; Arnoldo ‘nonito’ Mercado con los Cañeros de Los Mochis y los Mayos de Navojoa en esa misma liga y Lorenzo, su hermano, también jugó pelota profesional. Por cierto, este junto con su papa Roberto Mercado González, cuentan con una escuela de beisbol infantil y al referirnos al El Opochi.

En la comunidad hay que recordar a un hombre apasionado al beisbol y que hace unos años se nos adelantó en el camino, el popular Otoniel Moreno Cota, el popular ‘galicho’. Incluso una liga de tercera fuerza lleva su nombre. Claro sin olvidar al amigo Saúl Álvarez González quien fuera cuarto bat de los Vaqueros de El Opochi que en 2013 se nos adelantó en el camino.


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