Crónica de un periodista… “El gato montés de Lalo Astorga”

Compartenos

Por: Agustín Torres Sotomayor

Para relatar esta crónica debo confesar que tuve que acudir a mi amigo Armando Armenta de Cabanillas para preguntarle los nombres de los únicos taxidermistas del municipio de El Fuerte.

Armando que era enemigo de la política entro a trabajar a la campaña del PRI siendo candidato Marco Vinicio Galaviz. Le ofrecieron la luna y las estrellas. Pero el 2014 la realidad y la nómina lo sacudieron. Trabajo unos meses en esa administración, pero como lo prometido nunca llegó, renunció.

Haberle ganado al PAN de Eleazar Rubio Ayala no había sido cosa fácil, el contribuyo a eso, pero jamás se lo reconoció el Vini Galaviz. 

Después de la renuncia el Ayuntamiento le retrasaba el finiquito, derecho que consigna la Ley Federal del Trabajo.

Armando pidió ayuda a los regidores priistas Juanita Vega y Luis Lachica, el coordinador de los regidores del PRI.

Cuando el alcalde supo que Lachica estaba defendiendo a Armando dio su firma para que el Ayuntamiento pagara lo que mandata la ley.

No quiso broncas con el combativo regidor.

Después de eso el negocio de Armando creció tanto que convirtió a Cabanillas en un punto comercial importante en el Pueblo Mágico, pero vamos.

Yo voy a hablar esta noche del gato montés de Lalo Astorga. 

El martes 23 de mayo de 1999 fue un día reseco, no había más que un calor insoportable en El Fuerte. Yo llegue de Mochicahui a la casa del dirigente de la CTM Eduardo ‘lalo’ Astorga a San Blas. 

Agustín allá atrás esta la Marina haciendo tortillas de harina, nomás déjanos algunas, expreso sonriendo Lalo.

Yo encantado llegue a la hornilla y agarre las primeras. Por algo desde hacía años ‘lulú’ y ‘lalo’ tenían a la Marina con ellos. 

A las 10 de la mañana ya con en estomago llenísimo nos subimos ‘lalo’ y yo a aquella camioneta Dodge colorada. Vámonos, me dijo.

Pasamos el paso del tren en Santa María, adelante de nosotros iba una camioneta Ford azulosa, antes de llegar al crucero de Tehueco de manera intempestiva un gato montés se cruzó la carretera y fue atropellado, quedo tirado en la rúa asfáltica moviéndose.

‘Lalo’, le dije, párate, ese animal aún está vivo, quiero llevarlo con un veterinario. Lalo se detuvo, nos bajamos los dos, yo agarre en mis brazos al gato montés que media aproximadamente un metro, lo acomode atrás de la camioneta.

Cuando llegamos con el veterinario hijo de Isidro Ochoa, el animal ya había muerto.

“Lalo, ¿en Cabanillas (antes de llegar a El Fuerte) hay un señor que diseca a los animales, podrías llevarme allá?”.

Muy displicente Lalo Astorga me llevó a Cabanillas y le dejamos el cadáver del gato montés a Álvaro Armenta, aunque era de Canutillo vivía en Cabanillas igual que su primo Víctor Armenta (qepd) que vivía en Canutillo.

Dejé al gato montés, me dijo, regresa en tres días. Cuando fui a recoger al gato montés disecado, Álvaro me aclaró: “Vino ayer el señor Lalo, venia por el gato y no se lo quise dar”.

“¿Como? Lalo es mi primo, no creo que me quiera bajar este tigre”, pensé.

“El vino y yo no se lo di. Me daba el dinero y no se lo recogí”, me aseguró.

Pagué lo que costo el trabajo. Olía a formol. Olía a muerto. Lo envolví en una bolsa de plástico. Era un viernes 26 de mayo de 1999, el calor era insoportable. En el camión de El Fuerte a Los Mochis los pasajeros se molestaron por la peste a muerto, el gato montés estaba encerrado en una bolsa de plástico en mis pies.

Cuando llegué al mercadito Independencia de Los Mochis para no batallar con la carga, me fui a Promomedios Mochis. Eran las 4 de la tarde. Llegué, me fui a la oficina de la radio 65 del periodista Guadalupe Alvarado y en su oficina dejé el gato montés disecado. Ya no regresé hasta el lunes.

El gato montés disecado con olor a muerto había pasado encerrado sábado 27 y domingo 28 de mayo de 1999. Todo el edificio de la radio Promomedios olía a muerto. Tres días fue suficiente. Cuando ‘lupe’ Alvarado llegó a su oficina casi vomitó. Su sentido del olfato era tan puro que ese era el secreto para su atinada cacería de venados.

A los dos días recogí el gato montés disecado, contra el deseo y los madrazos que me dedicaron los pasajeros del camión de Marcos Trevedan de la ruta Mochis-San Blas, le llevé el gato montés disecado a ‘lalo’ Astorga.

“Ten, te lo regalo, es tu gato y aquí se queda”, afirmé.

‘Lalo’ sonriendo me respondió.

“Tenía rato esperándolo, hasta que gane una, te has acabado las tortillas de harina de la Marina”.

Dios guarde a ‘lalo’ y ‘lulu’ Astorga a quien siempre voy a querer, aunque se hayan quedado con mi gato montés.


Compartenos