Crónicas de un periodista… El Festival Cultural de El Fuerte salvó la imagen de la doctora María Teresa Uriarte de Labastida.

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Por: Agustín Torres Sotomayor

(segunda entrega de tres partes)

Si me permiten hablar… Medios de comunicación nacionales criticaron el Festival Cultural de Sinaloa, pero El Fuerte salvó la imagen de la doctora María Teresa Uriarte de Labastida.

15 días antes de iniciar el Primer Festival Cultural de Sinaloa, fui personalmente a visitar a la doctora María Teresa Uriarte de Labastida para entregarle los programas de mano del Festival Cultural de fundación del 424 aniversario de la Villa de San Juan Bautista de Carapoa, El Fuerte de Montesclaros.

Efectivamente, nuestro festival se realizaría de manera paralela al que iniciaba el Gobierno del Estado en noviembre de 1987.

Al inicio de la fiesta cultural más importante de Sinaloa, medios de comunicación nacionales como “La Jornada”, “Uno más Uno”, “Nexos”, la revista “Siempre”, “El Universal”, “Excelsior”, “Proceso” entre algunos, criticaban al Gobernador del Estado, Francisco Labastida Ochoa y a su esposa, la doctora María Teresa Uriarte, porque no había presencia de artistas sinaloenses que reunieran la calidad suficiente para ser considerados dentro de la programación de primer nivel.

«Es un festival cultural elitista, decían todos al unísono, pues representa a Sinaloa y no hay ningún sinaloense ahí».

No les faltaba razón.

Con la crítica de los medios nacionales, la doctora Uriarte de Labastida revisó el humilde programa que le había entregado días antes donde anunciábamos el espectáculo «Fiestas grandes del centro ceremonial indígena de Tehueco» que presentaríamos en Palacio Municipal el sábado 21 de noviembre con la participación de más de 150 indígenas mayos de los queridísimos pueblos de Tehueco, Tesila, La Misión, Las Estacas y La Bajada del Monte.

Ese día por la mañana me echo un grito ‘la prieta’ López que nos hacia el favor de atender el teléfono que habíamos instalado al entrar a palacio y me dice, “Agustín, que esta tarde va a estar aquí la esposa del Gobernador”.

Con la incredulidad dibujada en mi rostro, hablé a Culiacán con el maestro Ignacio Toscano, director artístico del Festival Cultural de Sinaloa.

“Sí, va la doctora Uriarte de Labastida, ve preparándote porque van acompañándola 45 periodistas de medios de comunicación nacionales y extranjeros”, me informó.

Entonces, hablé a mi entrañable amigo Miguelito Quintero, síndico municipal de Tehueco para que apurara a Domingo Flores Laurean, gobernador tradicional del centro ceremonial.

Debo confesar que para organizar y armar la alegoría dancística de «Fiestas grandes en Tehueco» no lo hubiéramos logrado jamás sin Miguel, sin ‘Mingo’ y sin el profesor Neftalí.

Unimos nuestro talento. Yo vivía en Tehueco, así que conocía a todas las muchachas, muchachos y personas mayores que participarían en el espectáculo que era una representación dancística de las 4 fiestas tradicionales más importantes entre ellas la de San Juan y la de Semana Santa.

Cuando venía por carretera la doctora María Teresa Uriarte tuvo un infortunado accidente, la suburban donde ella venia chocó por un costado con otro vehículo, la esposa del Gobernador tuvo un golpe en la frente, pero muy dispuesta le pidió al Gobernador que le mandaran otro vehículo.

Labastida Ochoa no quiso confiarse y envío el helicóptero del Gobierno del Estado a la carretera costera, el accidente había sido unos kilómetros antes de llegar a Guamúchil.

La doctora Uriarte de Labastida llegó a Palacio Municipal de El Fuerte muy puntual, la saludé, luego seguida por las niñas y niños edecanes dio un recorrido por los puestos que tradicionalmente se instalan en la plazuela hasta detenerse con don Luis Soto, el «Pura Vida» (qepd) que tenía ponches y curados. La doctora se aventó tres seguiditos «para el susto que había pasado», dijo. Don Luis estaba sorprendido porque en tantísimos años no le había tocado que una mujer degustara tres vasitos del manjar de los dioses.

Mientras la doctora recorría la plazuela, desde Culiacán, el Gobernador Francisco Labastida Ochoa habló por teléfono al Palacio y casualmente fue ‘la prieta’ López quien tomo la llamada.

“¿Si podría decirme como se encuentra la doctora María Teresa?”, dijo en tono muy educado el Gobernador, pero ‘la prieta’ pensó que alguien le estaba jugando una broma, mandó por un tubo y con cajas destempladas al mandatario estatal.

«Para empezar y para organizarnos, primero dígame quien es usted, porque yo no estoy autorizada a dar esa información”, sentenció ‘la prieta’.

“Habla el Gobernador, Francisco Labastida Ochoa”, y un sudor frío recorrió la frente de la nieta de ‘tahuando’ de Boca de Arroyo y de manera desparpajada respondió. «La doctora se está tomando unos ponches y unos curados en la plazuela, con el ‘pura vida’», acabó de rematar ‘la prieta’.

Cuando se abrió el escenario, nadie sabía que la doctora Uriarte de Labastida estaría presente. La explanada interior del palacio estaba llena a tope. Todos se pusieron de pie para darle un aplauso. Mientras eso sucedía, ‘la cheluca’ (qepd) y mi comadre Rosa Meza de Pacheco servían leche atole en tazas de barro de Capomos, mientras venados, pascolas, judíos danzaban al son del arpa, del violín y del clásico ruido de los raspadores y el tambor de agua, todos confundiéndose entre el público.

La doctora María Teresa Uriarte de Labastida estaba sentada junto a la señora Lupita Miranda de Sauceda (qepd), presidenta de DIF municipal y tenía en sus brazos a su hija Paloma Sauceda Miranda.

Los periodistas nacionales y extranjeros que estaban presentes escribieron crónicas de las «Fiestas Grandes de Tehueco» que se publicaron en todo el país, lo que sucedió esa noche del sábado 21 de noviembre de 1987, cuando un puñado de más de 150 hombres, mujeres, niñas y niños indígenas mayos, con sus danzas demostraron al mundo que el Festival Cultural de Sinaloa era parte de su cultura y de su historia.

En 1988 este mismo grupo participo en el Festival en todo el estado, pero ese relato se los daré a conocer en la próxima entrega.


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