Crónicas de un periodista… El tesoro escondido de ‘poncho’ Ruelas.

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Por: Agustín Torres Sotomayor

Si me permiten hablar…tuve un sueño muy perturbador que me dejo muy impresionada, no parecía sueño, parecía que lo estaba viviendo, parecía muy real, me dijo mi madre cuando fui a visitarla a la casa familiar de Guasave el sábado 19 de mayo de 1990. 

“¿Y cómo fue?”, pregunté.

“Estaba dormida cuando llego una señora, no la conocí, me dijo Paquita. Ve a Chinobampo a la casa de la Anselma Sotomayor y le ayudas a hacer pan. Yo en menos de un segundo, sentí que iba volando a Chinobampo, cuando llegué doña Anselma me pidió que me pusiera a amasar la harina para hacer el pan. Ahí termino mi sueño”, me expresó.

Mi madre me pidió que averiguara quien había sido la señora Anselma Sotomayor de Chinobampo, El Fuerte y si existió alguna vez o solo fue parte de su sueño.

Aunque nació en Chinobampo, cuando mi mamá apenas tenía cuatro años, la SEP cambio a mi abuelo Pablo Sotomayor de Chinobampo, donde era director de la primaria, a Higuera de Zaragoza y unos años después a Guasave a la escuela «18 de marzo». 

Mis abuelos Pablo y Julia Sierra tenían tres hijos, a mi tío Ramón que era el mayor, a mi tía Aurora y a mi madre, por esa razón era imposible que mi ama pudiera conocer a la señora Anselma.

“Yo investigo ama”, le dije para tranquilizarla.

Durante varios fines de semana que me iba a Chinobampo, pregunte a mucha gente. Ni mi tía Cuca Sierra ni mi tío Chuy Burboa de El Chicural, ni la Ani de teléfonos, ni mis tíos Luchi Camez, Alfredo Ceceña y José Sierra supieron darme razón. Concluí que doña Anselma nunca había existido y que todo había sido solo un sueño de mi madre.

Un viernes 26 de julio de 1991 termine mi primer turno de locutor que era de 10:00 de la mañana 12:00 mediodía en la radiodifusora XEPMP Radio Fama del ingeniero Manuel Pérez Muñoz y cruce el bulevar Antonio Rosales, ahí en la pura esquina de la Serdán, había empezado Tanito Soto a vender pollos asados y taquitos a vapor, hoy tiene el exitoso negocio «Tacos Rosales».

Teníamos ambos orígenes ‘chinobampeños’, nos hicimos amigos. Ese mediodía estaba su mama doña Elisa Ruelas Sotomayor. Entre café y café y como las pláticas traen pláticas, les conté del sueño que había tenido mi madre.

Nadie en Cinobampo pudo darme información si existió o no la señora Anselma Sotomayor, era un misterio, comenté.

Entonces doña Elisa se acomodó los lentes y se puso de pie sorprendida.

“Anselma Sotomayor fue mi madre”, me dijo con la voz entrecortada.

Al día siguiente corrí a Guasave a contárselo a mi ama.

“Algo me quiso decir doña Anselma, algún mensaje que no comprendí”, me dijo.

Yo para tranquilizarla le dije que eran misterios de Dios. Yo creí que ahí había terminado toda la historia del sueño, pero no.

El tesoro de Poncho.

El miércoles 28 de agosto de 1991 por ser mi cumpleaños me dieron el día libre en la radio, desde el jueves me fui a Chinobampo.

Cuando llegué fui a saludar a mi tía Luchi Camez, a mi tía Amalia y a mi tía Victoria Sierra, hermanas de mi abuela. Cuando bajaba a pie por el callejón donde vive Polo Álvarez, antes de cruzar el puente del arroyo, desde el porche de su casa, me echó grito ‘poncho’ Ruelas.

La gente del pueblo había bautizado como «Poncho Mauto» tal vez para diferenciarlo del otro ‘poncho’ Ruelas, hermano de ‘la camelia’ y del agricultor Ramón Ruelas que vive en Los Mochis.

Y si en política hubo etiquetas para diferenciar al ex diputado federal y ex alcalde de Badiraguato, Oscar Lara Salazar, a quien lo bautizaron como “Oscar el pobre» del ex tesorero del Gobierno del Estado, Oscar Lara Aréchiga, a quien le apodaron «Oscar el rico», pues igual pasó en Chinobampo con los dos ‘ponchos’ Ruelas, uno fue «Poncho el rico» y el otro «Poncho Mauto».

Me invitó ‘poncho’ a pasar a su casa y nos sentamos en unas poltronas bajo la sombra de la techumbre del porche, desde donde lo alto se avistaba el arroyo.

‘Me dijeron que tu mama tuvo un sueño’, me dijo ‘poncho’.

“Así es”, afirmé y se lo conté.

Cuando terminé, ‘poncho’ se levantó y me invitó al centro del enorme patio de su casa.

“Tu mamá no se equivocó, doña Anselma hacia pan, aquí exactamente estaba el horno que tenía ella, tú me veniste a confirmar algo que yo ya sospechaba”.

“Que paso Poncho, ¿qué es?”, cuestioné.

“Amigos que han bajado de Bacayopa, Yecorato y El Pichol y gentes de aquí mismo, me han dicho que han visto arder aquí en el patio, yo no les creía, pero tú me veniste a confirmar que aquí si hay un entierro y el dinero tiene que estar debajo de donde tenía el horno doña Anselma”.

“Como”, respondí.

“Si y hay que sacarlo”, me dijo.

“Estaría bien poncho, pero hay que esperarnos al año que entra, tú no sabes que para sacar un ‘interés’ tiene que ser uno de los cuatro viernes de cuaresma o en la semana santa, cada entierro tiene un espíritu que lo cuida”, manifesté.

Convencí a ‘poncho’, quedamos que sacaríamos el dinero al año siguiente, pero la semana santa del año 2000, los Ruelas Acosta recibieron mucha familia, hijos y nietos que vinieron a vacacionar, por exceso de gente ya no pudimos trabajar en desenterrar lo que no habíamos enterrado.

Así fueron pasando los meses y cada vez que encontraba a ‘poncho’ me gritaba:

“¿Cuándo sacamos el entierro?”.

José Alfonso Ruelas Portillo, «Poncho Mauto» fue hijo de don Alejandro Ruelas Imperial y de la señora Clodomira Portillo Chavarría.

El matrimonio tuvo 7 hijos: Humberto, Mercedes, Wenceslao, Alejandro, José Aurelio, María Amparo y Engracia a quien cariñosamente decimos «Mi Yaya».

‘Poncho’ se casó muy enamorado con la joven María de Jesús Acosta procreando, al igual que sus padres, siete hijos: Martha Evelia, Virginia, Alicia, Luz Mireya, Flavia Elizabeth, Manuel de Jesús y Humberto, a quien ‘pancho’ Ochoa se llevó a trabajar al «Pollo Loco» en Laredo, actualmente Humberto tiene negocios en Monterrey, aprendió rápido con ‘pancho’.

‘Poncho’ Ruelas compro la casa que había sido propiedad de doña Anselma Sotomayor, y hasta emparentó con ella pues su hija Luz Mireya contrajo matrimonio con ‘Tanito’ Soto, hijo de doña Elisa Ruelas Sotomayor y nieto de doña Anselma Sotomayor.

José Alfonso Ruelas Portillo, «Poncho Mauto» falleció un sábado 09 de mayo en Los Mochis y su cuerpo fue trasladado a su tierra tan querida de Chinobampo. 

Un día antes, el viernes 08 de mayo, cuando salí del trabajo en Palacio Municipal de El Fuerte, fui a Chinobampo porque quería verlo con vida antes de que partiera de este mundo.

Cuando iba en San Lázaro, me agarró una ventisca que parecía preludio de un ciclón, luego se vino un aguacero, llegué a Chinobampo y la tormenta no paraba. 

Me enfilé a casa de ‘poncho’ Ruelas, el callejón se había convertido en un arroyo y el enorme patio de la casa de los Ruelas estaba inundado, no pude bajarme del automóvil, tuve que regresarme a El Fuerte lamentando no haber visto a ‘poncho’.

Gracias al regidor Luis Lachica del PRI, el presidente había asignado a la Dirección de Comunicación ese vehículo. 

A la mañana siguiente Jacky Hernández, me avisó que su tío ‘poncho’ Ruelas había fallecido.

Nos quedó pendiente a ‘poncho’ y a mi sacar un tesoro que nunca enterramos.

Hoy recuerdo con mucho cariño a “poncho mauto”, QEPD.


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