Crónicas de un periodista… La caguama de Oscar Guerrero.

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Por: Agustín Torres Sotomayor

Fue en la década de 1980. En El Fuerte del capitán español Francisco de Ibarra y de don Juan de Mendoza y Luna marqués de Montesclaros cuando empezaron las reuniones sociales.

En 1980 en la ‘boticantina’ del doctor Enrique Cañedo se reunían personajes afines al grupo del exalcalde Miguel Ceceña: el doctor Gaspar Álvarez; Manuel ‘changuito’ Urrea; Ernesto Araiza; Erasmo Briceño; Jesús ‘chuy’ Burboa; Saúl Contreras; entre otros distinguidos fuertenses.

A la ‘boticantina’ recalaban todos los políticos en campaña a pasar la prueba del ácido de las elecciones a la alcaldía, no había más analistas. 

Era alcalde don Miguel Ceceña Ruelas, oriundo orgullosamente de Chinobampo, hijo de don Rosario Ceceña, que junto con mi tío Eleazar ‘chal’ Vega, fueron de los poquitos ganaderos más importantes del estado de Sinaloa.

Gracias a Miguel tenemos Palacio Municipal pues le pidió al Gobernador de Sinaloa, Alfonso G. Calderón que, en lugar de construir una unidad administrativa, mejor remodelara el viejo edificio de principios del año de 1900. 

Ese fue el inicio de los grupos que analizaban la política fuertense. Todos los políticos de ese tiempo intentaron ‘controlar’ la ‘boticantina’ del doctor Cañedo, Miguel fue uno de ellos, pero don Enrique como Cañedo que siempre fue, siempre puso un freno a las ambiciones políticas de los asiduos visitantes a la farmacia y consultorio que atendía a la gente pobre en el día y que en la noche se convertía en una mesa de análisis.

El grupo de analistas políticos se disolvió. Uno de los asiduos visitantes fue el exalcalde Felipe González Villaburo quien al quedar desprotegido del apoyo del grupo político de don Miguel Ceceña Ruelas, fue prácticamente expulsado.

En 1986 cuando llega a la alcaldía el fundador del grupo musical ‘La Inversión de El Fuerte’, Francisco Manuel Sauceda Valenzuela, con el acoso que en esa administración tuvo la ‘boticantina’ por la escandalosa venta de alcoholes, terminó el sitio de reuniones. Miguel Ceceña había perdido la apuesta política.

En el 2004 llega Jesús Aguilar Padilla, como una herencia del Gobernador de Sinaloa, Juan S. Millán.

Aguilar Padilla llegó a la política gracias a la radio. Su carrera política la inicio ‘cargando’ el maletín del entonces Director de Transporte, Juan S. Millán. En Aguilar Padilla no había ningún liderazgo. Fue un buen colaborador del rosarense, pero fue ambicioso.

En el año 2004, Aguilar Padilla nombra a Ciro Hernández Alejo de Tetaroba, como Recaudador de Rentas del Gobierno del Estado. El nuevo recaudador empieza a formar un grupo de apoyo a Millán Lizárraga. Así nació el grupo político ‘miercolitos’.

El grupo tomó como referencia al que formó el excelente periodista Guadalupe Alvarado del ejido Mochis, que publicitó en la XETNT Radio 65 de Los Mochis, en su prestigioso noticiero ‘Este Día’.

Ciro Hernández reunía cada miércoles por la tarde a un grupo de amigos que tenía como visitantes al exdirector de Acción Social, Dolores Flores; al exdirigente del sindicato de Puestos Fijos y Semifijos de la CTM  Roberto ‘el chabuli’ Ayala; José ‘el che’ Orduño; Guillermo ‘el carnitas’ Gaxiola; Andrés ‘el boca lista’ Gerardo; el ex tesorero municipal, Fermín ‘el misio’ Barreras; el célebre beisbolista Gabriel ‘jefe cejas’ Lugo; después se fueron integrando mi tocayo el choicense Jesús Zazueta, primo hermano de ‘pancho’ Ochoa Zazueta, creador de las exitosas franquicias  ‘El Pollo Loco’ y ‘Taco Palenque’; Gilberto ‘gili’ Álvarez; el excelente cantante y bohemio muy querido amigo Juan Soltero; Arnulfo ‘frito’ Aragón Galaviz; el increíble amigo Roberto Rivera; y quien escribe esta crónica, formábamos parte de ese grupo.

La foto que les comparto fuimos convocados por el inolvidable amigo periodista Oscar Guerrero. Fue en marzo del 2008, Oscar Guerrero quien fue un icónico reportero gráfico del periódico El Debate de Los Mochis, recibió una llamada de un compadre suyo del campo pesquero El Colorado.

Se les había quedado atrapada entre la red de pesca de camarón una caguama que había muerto de asfixia. El compadre de Oscar no podía tirar al mar el quelonio y le habló a su compadre. Oscar se ‘sacrifico’, fue al campo pesquero, ‘fileteo’ y se trajo la carne a El Fuerte ya refrigerada.

Oscar nos pidió secrecía. Que nadie se entere, solicitó. Cada litro de caguama costará 150 pesos, todos nos fuimos como ‘cochis a la miel’. A propósito de este dicho.  ¿A los cochis les gusta la miel de los panales?

Cuando Oscar supo que éramos muchos los asistentes al convivio, le agregó como tres litros de agua a la cocción de la carne de tortuga. Carne hubo poca, pero caldo sobró. Gracias a la guitarra de nuestro querido amigo Juan Soltero no hubo ningún asistente aburrido.

Cada quien aportó una cantidad de dinero, la reunión fue ‘secreta’, les juro que la caguama no era caguama, era un caldo bastante sabroso, Oscar nos hizo ‘una travesura’ pero terminamos todos enormemente felices alrededor de las dos de la madrugada. Esta historia sucedió el sábado primero de marzo del año del 2008. Increíble, el alcalde Víctor Sarmiento no estuvo con nosotros, se fue a jugar dominó a la cantina ‘El Tamal’ de El Fuerte.

Luto.

Esta vez mis lágrimas son para María del Carmen Ruelas Vázquez, ‘La Camelia’. Fue la quinta hija del matrimonio formado por don Ramón Ruelas y doña Carmen Vázquez, quienes procrearon 9 hijos siendo ellos: Enriqueta, Dora, Manuel, Julita, María del Carmen, Ramón, Blanca Rosa, Roberto.

‘La Camelia’ contrajo matrimonio con el señor José Juan Pliego Mendivil con quien procreó tres hijos de nombres José Ramón, Francisco Javier y Fabián. Su esposo falleció el año de 1999. Uno de sus hijos se casó con una de mis primas, hija de mi tía María Luisa Sotomayor, hermana de mi tío Jorge Sotomayor. Quise a ‘La Camelia’, muchas veces me senté en su mesa donde abundaban los quesos de Chinobampo. ¿Te acuerdas Fabián?

Donde Dios te tenga, quiero pedirte Camelia que cuides a mis sobrinos que son tus nietos. Liderazgos como el que tu dirigiste solo se dan uno en un millón. Siempre te voy a extrañar.


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