Crónicas de un periodista…”El doctor ruso Karl Karkovich y la cirugía sin bisturí”

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Por: Agustín Torres Sotomayor

Si me permiten hablar, en este relato les dejo retazos de mi vida.

Fue en el carnaval del barrio «independiente» de Guasave. La reina era Aimé Ahumada, hermana de mi amigo Javier Ahumada. Durante el paso de los carros alegóricos, yo tomaba agua helada y describía con micrófono en mano lo que sucedía durante el desfile.  ¡¡Viva Aimé Primera!! Gritaba.

Hasta que sentí que algo trono dentro de mi garganta. 

Después de eso jamás volví a tener mi voz completa. Para hacer mis turnos en la radiodifusora XEPNK Canal 88 de Los Mochis tenía que tomarme tres tazas de agua caliente. Me enronquecía de inmediato y eso me deprimía. Llegue a pensar que tendría que renunciar a la radio.

En 1980, el grupo “Los Tommys” me invito a Guadalajara porque iban a grabar su disco «Te quiero cada día más». Me invitaron porque eran mis amigos y les había ayudado a firmar con la trasnacional Discos Polygram que entre otros artistas exclusivos tenia a Dona Summer y a los Bee Gees

Ya en Guadalajara, a 50 metros del estudio de grabación estaba el consultorio de un médico otorrinolaringólogo y mientras acomodaban el equipo fui a consulta. El doctor Ibarra fue contundente. “Tienes un nódulo en la cuerda izquierda, si quieres aliviarte tengo que operarte”, me dijo.

A nadie se le comenté cuando llegamos a Los Mochis. En ese tiempo vivía yo en casa de doña Jacinta Espinoza a quien yo le decía cariñosamente «mama Jacinta».

Tenía la cenaduría «El Humito» en la esquina del boulevard Rosendo G. Castro y Belisario Domínguez frente a la birriería «El chivo de oro».

Mama Jacinta practicaba el espiritismo, tenía un grupo de amigas que se reunían, invocaban espíritus y a través de ellos realizaban curaciones, entre ellas estaba mi tía abuela Paula Sierra Ayala, hermana la Juliana, mi abuela materna. Ese día yo había llegado procedente de Guadalajara y la hermana Rosaura ya tenía agendada varias consultas. La hermana Rosaura era de Guadalajara se movía por todo el país realizando curaciones.

Cuando «Los Tommys» que eran Modesto Osorio, Martin, Chayo, Javier (qepd) y Carlitos me dejaron en la casa de mama Jacinta ella me vio y me dijo, «Vente, hijo de la chingada, te gusta sufrir, entra con Rosaura, ya te está esperando». Yo me resistí porque no creía en esas cosas. Entra me ordenó y terminé entrando al improvisado ‘consultorio’ que era la cocina de la cenaduría «El humito».

La hermana Rosaura ya me esperaba. Estábamos solo ella, una hija de mi mamá Jacinta que le decíamos ‘la china’ y yo. De pronto la hermana Rosaura se empezó a contorsionar, hacia muecas mientras volteaba sus ojos cerrados al techo y pedía autorización para que bajara el espíritu del hermano, el doctor Karl Karkovich.

‘La china’ le tapaba la cara a la hermana con un pedazo de tela blanca mientras se trasformaba. A los tres minutos la voz de la hermana Rosaura no era de una mujer sino la de un hombre que hablaba arrastrando las vocales y las consonantes.

“Sentí escalofríos”. Con su mano izquierda me tomo de mi cabeza, con la mano derecha sostenía un algodón empapado en un líquido al que le llamaban ‘desalojo’, al tiempo que ‘la china’ hacía las veces de enfermera asistente. 

De mi cabeza, los dedos de la hermana Rosaura convertida en el doctor ruso Karl Karkovich, bajaron a mi cara hasta llegar al cuello, la médium tenía los ojos cerrados pero sus dedos pararon en mi cuello, luego los retiro y me dijo, tienes un nódulo en la cuerda izquierda.

¿Como lo supo?, me pregunté.

Solo el doctor Ibarra de Guadalajara y yo lo sabíamos. “Te voy a operar el lunes porque tú vas a salir fuera de la ciudad y no vas a guardar dieta, te operare cuando regreses”, así me lo afirmó. ¿Como sabía que efectivamente iba a salir fuera?

Yo saldría a La Paz Baja California a presentar en un centro nocturno a “Las Hermanas Gil”, Gloria y Nohemí, tías de la cantante Fey.

Ya en La Paz, luego de la presentación me fui al hotel, era como la una de la mañana, no había cenado ni tomado una copa, pero estaba cansado, me tiré en la cama y de pronto ya no pude mover ninguna parte de mi cuerpo, solo podía mover los ojos.

Tengo un derrame cerebral pensé, pero mi mente estaba lúcida, quise moverme y no podía, de pronto de una luz blanca que se apareció en la parte izquierda de la habitación y que me cegó momentáneamente, apareció la figura de un hombre blanco, ojos azules, de aproximadamente dos metros de alto, vestido con una bata médica, con su barba y bigote pulcra, perfectamente recortado me dijo:

«Soy el doctor Karl Karkovich, no me conocías, pero aquí estoy, vine a verte para decirte que te voy a operrar mañana, se lo que harras mañana, perro estarras bien». Y recuperé la movilidad cuando desapareció.

Al día siguiente que llegue a casa de mama Jacinta en Los Mochis, me encerraron con candado en un cuarto, recostado en un catre, con ropa blanca, sabanas y almohada blanca, en una silla pusieron un paquete de algodón cerrado y una botella con el líquido al que le llamaban ‘desalojo’. Hice mi oración antes de dormir, al día siguiente que ‘la china’ abrió la puerta me pidió que no hablara, me señaló la botella y el algodón.

Efectivamente, el paquete de algodón estaba partido en tres pedazos y a la botella le faltaba una cuarta parte del líquido, quise decirle algo a ‘la china’ y me pidió de nuevo que no hablara, pero con el esfuerzo sentí un sabor a sangre en mi garganta, la herida se había abierto.

A los 15 días me hice una radiografía. Con asombro e incredulidad después de que el oncólogo del Centro Médico de Especialidades me dijo «¿dónde te hiciste la operación? La cirugía fue perfecta».

La foto que les comparto es en casa de mama Jacinta justo cuando yo estaba en consulta y en la próxima entrega les contare del Doctor Karl Karkovich quien fue una eminencia, nació y vivió en Siberia en el siglo XVII al este de Kamchatka hace más de 150 años y como me hice amigo de él, siendo un espíritu de luz.


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